Pasé muchos años enfadada con mi madre. Sentía que tenía múltiples carencias de infancia y de adolescencia… y la culpaba a ella.
Pero en cuanto tuve a mis hijos, comprendí y se lo perdoné todo y se lo agradecí todo. Entendí que ella también me había criado con sus heridas, sus limitaciones y carencias y que lo hizo lo mejor que supo, lo mejor que pudo.
Me consta que yo también me he equivocado muchas veces, que me he sentido desbordada, asustada, enfadada… Y lo he visto, he sido consciente. Ser madre no es fácil.
Ser madre es, con diferencia, lo más difícil que hago y haré en toda mi vida.
Ser madre es muy difícil y más en nuestra sociedad. Por una parte tan exigente y por otra tan antinatural respecto a la crianza.
Cualquiera te puede juzgar por cómo ejerces como madre, hoy en día se exige más que nunca. Respecto a lo que haces, a lo que dices, a la alimentación, a la educación… en fín respecto a todo.
Por otra parte se ayuda muy poco o nada. Es casi imposible conciliar la crianza con una carrera profesional, no hay comunidad, no hay red. Es una carrera de fondo, con múltiples obstáculos para la que no hay entrenamiento posible.
He pasado rachas muy malas. Quizá por lo dura que fui con mi madre, luego lo fui también conmigo… Pensar que tenía en mis manos a seres perfectos, almas puras y que yo y mi manera de criarlos los cambiaría, era algo que no podía soportar.
Lo peor fue cuando empecé a ver como copiaban algunos de mis comportamientos, de mis frases… y verme así, en ellos, era una tortura.
De repente me di cuenta que ¡son mis grandes maestros! En ellos veo todo lo que tengo que aprender, mis carencias… y también mis virtudes!
Aún así sigo con mis miedos, mis dudas de hacerlo bien o no. Es muy, muy complejo encontrar el punto; estar presente, pero no interferir demasiado. Ellos también tienen que hacer sus propios aprendizajes y es importante que los hagan ‘solos’, por si mismos.
Ser madre es una tarea difícil, solitaria y muy exigente. Tanto que corres el peligro de olvidarte de ti misma. Y no debería ser así.
Los humanos estamos diseñados para criar en manada.
Personalmente nunca he tenido sentimientos de pertenencia respecto a mis hijas e hijo. Siempre los he visto como seres independientes a mí, el regalo es acompañarlos en el camino, no ellos en si mismos.
Y de verdad necesito que sea así, porque deseo que tengan una vida maravillosa, independiente, plena.
Nada me haría más feliz que verlos continuar su vida fuera de mi paraguas. Que busquen y encuentren su lugar en el mundo, de la manera que les haga más felices.
Foto intervenida, original de Meghan Holmes